lunes, 30 de marzo de 2009

Bizcocho de compota de manzana fácil e "impulsado"

Este bizcochito lo parí hace un par de semanas, pero lo tenía convenientemente congelado para hambrunas futuras... como las que se presentan en mi casa en cualquier momento. Pero miradle qué mono ha salido en la foto, decidle algo... ajó, cuchi cuchi bizcocho guapo... ays. La receta la encontré en una web norteamericana, pero con mi proverbial organización, se me olvidó poner la fuente cuando la copié... en fin, encomendaré mi alma a la Cofradía del Santo Plagio Sangrante. Es muy fácil porque no se sirve de yemas montadas con azúcar ni de claras a punto de nieve para crecer.

Al grano, encontrábame yo con un excedente de compota de manzana, porque por una de esas casualidades de la vida habíame despertado un día con la necesid
ad ineludible de hacer compota con un kilo de manzanas reineta. Como si vosotros no hicierais cosas sin sentido. Me encanta la compota y la utilizo en el desayuno de acompañamiento con frecuencia, pero esa cantidad... era un pelín excesiva para mí.

De modo que decidí "dar salida" a mi excedente y me puse a ello con este bizcocho tan prometedor. La receta es la siguiente:

Bizcocho de compota de manzana
  • 730-750 ml de harina de repostería
  • 3 cucharaditas de levadura química
  • 2 cucharaditas de bicarbonato sódico
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 2 cucharaditas de canela
  • 4 huevos
  • 500 ml de azúcar blanquilla
  • 375 ml de aceite vegetal
  • 500 ml de compota de manzana
  • 1 cucharadita de extracto de vainilla
No es culpa mía que todo esté en medidas de volumen, los súbditos de Obama son así, muy de volúmenes. Se calienta el horno a 180 ºC si es convencional, y a 170 ºC si es de convección de aire. Se untan los moldes con mantequilla y se enharinan abundantemente. Se cierne la harina junto con la levadura, el bicarbonato, la sal y la canela. En otro recipiente (uno bien grande) o en la cuba de un robot se mezclan los huevos con el azúcar, el aceite, la compota y la vainilla. Se añaden después los ingredientes secos y se bate bien todo para que no queden grumos. Se vierte el mejunje en los moldes, sin llenar más que a unos 2/3 de la altura (mejor que sobre espacio que se nos desborde) y al horno 50 minutos. Al cabo de este tiempo, se comprueba si está hecho con un cuchillo o similar y se saca. Se deja enfriar en el molde, sale bastante blandito.

Os digo desde ya que estas cantidades son "abundantes"... me salieron dos bizcochos en molde largo, tipo plum-cake, y cuatro magdalenas gordotas (no me llegó con los dos moldes y tuve que buscarme la vida con unos moldes desechables de magdalena).


Pero la cuestión es que me pareció uno de los bizcochos más ricos que he probado nunca, muy jugoso, imagino que debido a la compota, cuyo sabor sin embargo apenas se apreciaba. Creo que era porque el sabor que SÍ se apreciaba y mucho era el del delicioso aceite de oliva virgen que usé como "aceite vegetal", de Cabeza del Buey, Badajoz, que suelo encargar una vez al año en gran cantidad y que me traen con gran diligencia. Es un aceite que tiene un sabor relativamente acusado en crudo, aunque bastante más suave en frito, que encuentro riquísimo y que le daba al bizcocho un carácter innegable.

Otras modificaciones que hice a la receta: le puse menos azúcar y no le eché la canela, que me parecía un poco arriesgado pensando en mis niños. Lo podía haber sacado antes de los 50 minutos, porque la corteza quedó un poco demasiado tostada, la próxima vez lo vigilaré más estrechamente. Y en lugar de las cucharaditas de bicarbonato y levadura, le puse cinco cucharaditas de mi arma secreta: impulsor químico según receta de Paco Torreblanca, ¡ajajá! No revelaré su composición a no ser bajo coacción... bueno, vale, si insistís...

Impulsor de Paco Torreblanca:
¿A que os molan las cantidades? Ya lo sabía yo. Se pueden multiplicar para obtener magnitudes medibles por los pobres mortales, creo que yo mezclé 150 g con 75 g y os aseguro que funciona de maravilla. La proporción que recomienda la criatura Torreblanca es de esos 54 g (tócate un pie) por 1000 g de harina. El tal cremor tártaro me lo trajeron en mi farmacia, no llamaron al frenopático ni nada cuando lo pedí. Y el bicarbonato, pues en los supermercados. Desde que uso esta fórmula secreta no se me ha hundido ningún bizcocho, aunque igual es casualidad. Sí, porque yo pertenezco a los hundidores de bizcochos anónimos... todos tenemos un pasado.

5 comentarios:

  1. ¡¡Tu sentido del humor es tronchante!! Y el bizcocho está para comerse :D

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  2. Hola, me encanta tu blog, ya te he copiado alguna recetilla...
    Me gustaría saber dónde comprar el "cremor tártaro" que usaste para el bizcocho. ¿Lo has usado en magdalenas? No acaba de gustarme la levadura convencional...
    Un saludo, gracias y enhorabuena!

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  3. Nada, justo ahora acabo de leer el post... qué torpe!

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  4. Hola! ahora mismo voy a hacerlo, Me ha gustado xcomo lo has contado todo , mucho.
    Espero que el bizcoche me guste tanto
    Saluudos !
    Se me olvidaba: cuchi, cuchi, guapo, ¿quien es el bizcocho más rico del mundoooo? Ay! que rico es él, madre!

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