Sigo escogiendo las recetas más raritas del libro de panes caseros de Dan Lepard, que lo tengo ya bastante sobaíto. Además, yo es que tengo un poco proscrita la harina de trigo blanco por razones dietéticas, por eso prefiero hacer panes con otras harinas. Así que me he atrevido con unos panecillos planos de cebada... que es la primera vez que pruebo la cebada en la vida. Hace poco compré una bolsa de harina integral de cebada en el herbolario, y tenía que darle salida. Efectivamente, así es como procedo, primero compro los ingredientes y luego ya estudio qué hacer con ellos. Soy consciente de que no es el mejor método, ya lo he dicho otras veces. Pero es lo que hay, estoy mu mayó ya para cambiar.
Pan seco de cebada
Papilla previa:
- 200 g de agua
- 50 g de harina de cebada
- Papilla previa
- 150 g de harina de cebada
- 1 cucharadita de malta molida
- 1/2 cucharadita de levadura fresca
- 1/2 cucharadita de sal buena
- Harina adicional para espolvorear
La noche anterior se prepara la papilla previa. El objeto de esta papilla es, según el autor, proporcionarle un pelín de elasticidad a la miga y al pan en general, si no se hiciera así, saldría más quebradizo. Se lleva el agua a ebullición y se deja enfriar hasta 80 ºC. Se añade entonces la harina, se mezcla bien y se deja enfriar y reposar toda la noche.
Al día siguiente se mezcla este engrudo con el resto de los ingredientes, hasta obtener una masa suave, que se deja levar dos horas o hasta que se aprecie que se ha esponjado. A continuación se pone la masa sobre la encimera enharinada y se extiende con un rodillo, hasta unos 5 mm de grosor (a ojímetro). Se corta en rectángulos que se colocan sobre una bandeja de horno, donde se dejan subir otros 45 minutos, bien tapaditos (yo meto las bandejas en una bolsa de plástico).
Mientras tanto se precalienta el horno a 210 ºC (algo menos si es por convección, yo tuve que bajar la temperatura). Se introducen las bandejas y se cuecen los panecillos durante unos 15 minutos. A continuación se baja la temperatura a unos 180 ºC y se dejan endurecer unos minutos. La receta dice 25 minutos, los míos no necesitaron tanto, depende del horno. Hay que vigilarlos para que no se tuesten demasiado y se conviertan en un arma arrojadiza. Una vez bien cociditos, se sacan y se dejan enfriar sobre rejilla.
Resultado: yo qué sé, a mí estos panes secos y raros me encantan, tienen un sabor distinto y son ideales para untar quesos cremosos o comerlos con cualquier cosa, desde salmón ahumado a mantequilla y mermelada. A pesar de haber molido la malta en un molinillo de café, se aprecian de vez en cuando algunos pedacitos más grandes, que le dan un toque curioso. Sin duda haré más panes con cebada en el futuro. Y perdonadme, porque os tengo que dejar, necesito probar qué tal les va un paté de aceitunas que tengo en el frigo...
Qué pinta! Yo, sin duda, con mantequilla fresquita!
ResponderEliminarYa nos contarás qué tal se conservan, si es que duran...
B*
Me recuerda un poco al pan sueco. Dan ganas de comérselo con queso fresco y membrillo!!
ResponderEliminarSaludos!
Sra. Epa: pues no han durado tanto... ejem
ResponderEliminarSra. Francesca: Sí, es de ese tipo, reseco y tal. Buena idea lo del queso y membrillo!
Tu blog me emociona, que bonito, que recetas, que estilo, que todo! Un beso.
ResponderEliminarCaramba, cuiners, yo sí que me emociono, muchas gracias, tomaos algo a mi salud... ;-)
ResponderEliminarHola Miriam, aunque te prometí escribir algún comentario cuando nos vimos en Panforum,y sigo entrando diariamente en tu blog para maravillarme y divertirme con tus recetas, tus comentarios y tus magnificas fotos, ya ves, no lo he hecho hasta ahora, más vale tarde que nunca. Pues eso, que me encanta todo.
ResponderEliminarun beso.
Marga.