Hace algún tiempo ya que compré un libro sobre la cocina de los antiguos romanos, de título Roman Cookery, escrito por Mark Grant, un profesor británico de lenguas clásicas. Incluye muchas recetas interesantes, aunque para mí lo más interesante del libro es constatar lo diferente que era la cocina mediterránea antes del descubrimiento de América y de la introducción en Europa de especies que tenemos naturalmente asumidas como mediterráneas, como el tomate, los pimientos y muchas más. Si nos fijamos en la pizza, por ejemplo, ¿es posible una pizza sin tomate? Se trata de lo que por ahí fuera llaman pizza blanca. Sin embargo, la masa estaría hecha con escanda en lugar de trigo blanco. Y no podríamos añadir pimiento, ni rojo ni verde, al relleno. Este libro contiene una receta de una pizza arcaica, se podría decir, que se cocinaba en plancha o sartén en lugar de al horno, denominada Staititai, procedente del libro El banquete de los eruditos, del griego Ateneo de Náucratis. Según el Sr. Grant, este libro sería perfectamente conocido en el mundo romano.
La receta indica el uso de levadura de panadería, pero yo he usado masa madre en su lugar, que, en cualquier caso, es lo que usarían los romanos. Para hacerme la listilla quiero ser más auténtica que el autor...
Staititai, Roman Cookery ("tuneada" para masa madre)
- 200 g de auténtica masa madre de espelta, 100% de hidratación (porcentaje del panadero)
- 400 g de auténtica harina de espelta (utilicé harina integral para darle más... ya sabéis... autenticidad)
- 200 ml de auténtica agua
- 1 cucharadita de auténtica sal marina
- Un puñado de queso feta desmigajado (al gusto)
- 1 cucharada de sésamo o ajonjolí
- 1 cucharada de miel fluida
Se mezcla la masa madre con la harina y el agua. Se deja reposar 15-20 minutos de autólisis. A continuación se amasa unos 10 minutos a mano o 7-8 minutos con un robot, hasta que se haya desarrollado el gluten. Se coloca la masa en un cuenco aceitado, se hace girar para que se impregne toda la superficie, se cubre con un plástico y se deja doblar en volumen. Mi masa tardó bastante en doblar, por lo menos seis horas. Una vez doblada, se pasa a la encimera, se hace un rollo y se divide en cinco piezas iguales. Con estas piezas se obtienen pizzas pequeñas, de alrededor de 20 cm de diámetro. Se puede variar el tamaño de las pizzas dividiendo el rollo en más o menos piezas, a gusto del consumidor. Recordad que las piezas deben caber en una sartén o plancha.
Llegados a este punto, yo envolví cuatro de las piezas en plástico y las guardé en el congelador para el futuro. Solamente dejé una reposando en el frigorífico toda la noche, para hacerla al día siguiente. Yo trabajo en casa y como sola. Al día siguiente, saqué la bola del frigorífico y dejé que templase una media hora. A continuación la estiré con un rodillo hasta un diámetro de unos 20 cm. Puse una sartén a fuego bajo, la rocié de aceite de oliva y puse el disco de masa. Enseguida empezó a inflarse. Una vez que la cara inferior estuvo suficientemente doradita, pincelé la cara superior con aceite y le di la vuelta. Mientras tanto, encendí el grill del horno.
Pues ahora ya tenemos una bonita y dorada base de pan sobre la que colocar el queso y espolvorear las semillas de ajonjolí. La receta indica que se añada la miel en este momento, pero yo preferí añadirla después de pasar la pizza por el grill. Se coloca la pizza con el relleno bajo el grill caliente y se deja unos cinco minutos para que se ablande el queso al gusto de cada cual. Recordad que el queso feta no se funde, tan solo se ablanda un poco. Se empezará a percibir el estupendo aroma de las semillas de ajonjolí tostándose. Si tenéis algo en común conmigo, el olorcillo os dará ganas de serviros un vasito de vino blanco... ejem (es lo que hice). Una vez que está suficientemente tostadita (no se debe perder de vista, ya que se puede tostar excesivamente), se saca del horno y se rocía con la miel.
Tengo que admitir que el resultado me pareció maravilloso, mucho mejor de lo esperado. No creía que una combinación de ingredientes tan sencilla ofreciera un resultado tan delicioso. Hacedme caso, la combinación de las semillas de ajonjolí tostadas con el queso y el toque dulce de la miel resulta estupenda. Reconozco que me hubiese comido una segunda pizza sin ningún problema. Esta pizza calentita y cortada en porciones puede ser un aperitivo o entrante muy interesante... junto con un platito de aceitunas aliñadas... y un vaso de vino... Sí, ya me veo vestida con una túnica, sentada bajo una encina... en un acantilado junto al mar... tocando la lira... ¿no oléis el Mediterráneo? (bueno, jolines, es que a mí me pilla un poco lejos). Ay, que se me va la olla.
(...) mientras quede un olivo en el olivarEste pan se lo mando a Susan/Wild Yeast para el YeastSpotting de esta semana.
y una vela latina en el mar...
Viejos dioses olvidados, mantenednos libres de todo mal.
Mar antiguo, dios salvaje de la espiga y del gris olivar.
Edito, 30 septiembre: Quería haber incluido algo que se me olvidó, este enlace a un muy interesante artículo sobre las especies vegetales comestibles que se introdujeron en Europa a raíz del descubrimiento de América, pero también sobre las especies que eran de uso común aquí y que se fueron abandonando precisamente al ser desplazadas por los nuevos cultivos.
Maravilloso, casi lo estoy oliendo, y me imagino a los romanos hace siglos haciéndola exactamente como tú.
ResponderEliminarUn post precioso, que da muchas ganas de probar.
B*
Me ha venido la imagen de Fideo de Mileto a la mente y me he tronchado yo sola :D... Bueno, el tal Fideo era Griego, pero también tocaba la lira ;D.
ResponderEliminarMe encantan las recetas con solera y con historia. Las fotos están para comérselas :D
Una pizza hecha con la sartén! Que maravilla de entrada que te has marcado. Una estupenda receta que te hace recapacitar sobre lo ricas que son las cosas más sencillas.
ResponderEliminarBesos!
Que fantástica idea, ademas de la historia que hay detrás. Nunca he probado una pizza con esa masa, me encantaría probarla y así tal cual con pura feta ha de estar deliciosa.
ResponderEliminarBesos!
Miriam, con esta auténtica pizza te has superado. Nunca he probado una pizza rociada con miel, pero me lo puedo imaginar, debe estar deliciosa y con feta... Y todo bien auténtico, hasta el agua, que bueno :))))!
ResponderEliminarQue bien me lo paso con tus relatos.
Una abraçada
Y tanto que olemos a Mediterráneo. Bravo por esa pizza. No puede ser más auténtica.
ResponderEliminarMe pareció muy interesante todo. La masa ,la historia , los ingredientes. Realmente sorprendente..y con lo que me gustan las masas mmm
ResponderEliminarCariños
Toda una lección de cocina e historia para pizzeros de pro.
ResponderEliminarA mí que lo que más me gusta en las pizzas es el tomate y el pimiento, me ha llamado la atención, pero por supuesto estaría más que dispuesta a compartir contigo ese vino blanco y una porción de esta singular pizza.
Besitos sin gluten
Madre de Dios! Esto es una maravilla!!
ResponderEliminarUn besote y mil gracias!
Qué original, ¡una pizza con miel! Lo que me choca es que los romanos tuvieran grill, me pegaría más que tuvieran hornos de leña.... pero si lo dice el investigador ese, digo yo que no se lo estará inventando, ¿no?
ResponderEliminarLa combinación de los ingredientes es fabulosa.
No conocía tu bolc y no puedo irme sin dar un plas plas , las pizzas no son mi fuerte, básicamente porqué no me gusta el tomate en la pizza, sólo me como los bordes así que esta fijo que me tiene que gustar con tanta historia y ese toque de miel, será cuestión de probar y volver.
ResponderEliminarsaludos
mai
Gracias por pasarte por mi blog :)
ResponderEliminarYo tampoco conocía el tuyo.
Ya lo creo que te vemos comiendo esta pizza tan romana, yo te invito a Tarragona para que puedas hacerlo si quieres jajaja.
Tarragona
Sra. Epa: sí, no hemos progresado tanto desde los romanos...
ResponderEliminarSra. Nùria: gracias!
Sra. Pilar: es verdad, qué rica estaba la condenada...
Sra. Kako: gracias!
Sra. Mònica: cariños!
Sra. Lunares: bueno, lo del grill ya es menos auténtico... XD
Sra. Erika: pruébala!
Sra. Zerogluten: claro que sí, pizza o no pizza, alcoholicémonos juntas.
Sra. Su: gracias mil!
Sra. Ajonjolí: lo del grill es parte de la adaptación del autor a la cocina moderna. La receta original pone los ingredientes encima de la masa y santas pascuas.
Sra. Mai: pues si no te gusta el tomate en la pizza, está claro que tienes que probar ésta :-)
Sra. Bajoqueta: hecho! XD
Me gustan las recetas con historia y la historia de las recetas.
ResponderEliminarun abrazo
Qué buena. Curiosamente he llegado a tu entrada (y fíjate que te tengo cerca) a través del Yeastspotting. Fíjate, casi te diría que me ha gustado más la versión en inglés, me ha hecho sonreír varias veces :)
ResponderEliminarA mí me encantan las pizzas sin tomate, esta con feta y miel me ha parecido simplemente sublime, me imagino ese agridulce tan propio de la época, qué bueno, de verdad. Yo en casa suelo hacer una que rescató el amigo Lepard de un viejo recetario italiano, con anchoas, migas de pan, ajo y perejil. La tengo por el blog.
Sra. Pilar: gracias! A mí también. Por eso me gustan los libros de cocina con historietas.
ResponderEliminarSr. Ibán: me alegra que te guste, maestro!
Vaya Miriam!! te he encontrado por casualidad... y estoy quedándome alucinada con lo que estoy viendo!!! sigo por aquí eh!! besitos guapa!!
ResponderEliminarGema
http://la-gitanilla.blogspot.com/